viernes, 9 de junio de 2017

Que hasta dio el pego y todo


Escenas de otros tiempos, que parecían, pero que no, aunque casi dan el pego.

Después de toros, tercios de varas y ese sopor de tener que seguir la lidia con interés, ese querer escudriñar en el toro para ver si deja que asome el misterio de la casta, del toro con presencia, del toro, en definitiva, y antes de los de don Adolfo y lo de Miura, un pequeño descanso con la reconfortante modernidad de los Alcurrucén y el Cortijillo, Lozanos al fin y al cabo, con El Cid, Joselito Adame y Juan del Álamo como estrellas invitadas. Una tarde en la que se ha divertido hasta el que pone los capuchones a los bolis. Y es que con esto de Alcurrucén, repartiendo felicidad por el mundo, por todas las plazas de España, que no me dirán que no, que según el programa de mano, el año pasado lidiaron 113 toros, en 25 festejos. Vamos, que Nautalia estaba pensando regalar al triunfador de la feria un tour por todos los lugares dónde se anunciara este hierro y para abaratar ha optado por regalar una vuelta al mundo para dos personas.

A ver qué se creen ustedes, que Alcurrucén tiene hasta marca blanca, que le iban a poner Alipende, pero como ya estaba cogida, le pusieron El Cortijillo, que modestos, ni el Cortijazo, ni el Cortijo, el Cortijillo. Y con lo que llevaba dentro ese primero que le tocó a El Cid, no daba ni para comprarse una tienda de campaña con jardín, no daba para nada. Ya salió parado, buscando a la familia, porque a los de los capotes no los quería ni ver. El matador tampoco ayudaba, que le dio unos capotazos así con una desgana; sería por lo de la marca blanca. Le llevaron al caballo y al principio dudaba, sería que no le apetecía el puyazo trasero que le endiñaron, tampoco demasiado fuerte, pero aún así mostraba fijeza, pero con los pitones al cielo. Se fue suelto escapando hasta el que hacía la puerta, le apartaron, pero vuelta la mula al trigo, un picotazo y adiós muy buenas. Le cogió Adama para darle unos delantales, pero se quedó en mandilazos. Ya en la faena de muleta, le tomó el Cid por el derecho, punteaba mucho, mientras el espada citaba desde fuera, con el pico de la muleta y con mucha desconfianza. Con la zocata le daba dos muletazos desabridos y el toro se le iba; tampoco ayudaba mucho ese baile permanente del matador, que mantuvo hasta el final. El que hacía cuarto ya del hierro titular, fue recibido con más decisión, una serie de verónicas jaleadas por el personal, aunque sin que el sevillano dejara de echar el pasito atrás. Puyazo trasero, durmiéndose el toro en el peto y el de aúpa apoyado en el palo, sin castigo, en el que el caballo casi se derriba solo. Le puso de lejos en la segunda vara y el animal se arrancó bien, pero no se le picó, a lo que el de abajo respondió no empleándose. Tras dolerse un mundo en banderillas, se inició el trasteo en los medios, por el pitón derecho, abusando del pico y con el brazo agarrotado. Ya más relajado, en las siguientes tandas ya se empleó el Cid estirando el brazo a todo lo que daba, tirando mucho de pico, tronchado por la mitad, aunque por el pitón derecho hubo un momento en que hasta parecía que asomaba el temple. El toro seguía y seguía el engaño sin hacer un mal gesto y queriendo coger la muleta, perdón, el pico que le ofrecía su matador. Había expertos en la Tauromaquia 2.0, que hasta vaticinaban la oreja, pero esta saltó por los aires tras pinchar a espadas.

Concluía Joselito Adame su periplo isidril de este año y a decir verdad que en esta última tarde no apareció ese torero que al menos pone entusiasmo. Su primero, una raspa, parecía manifestar cierta flojera. Muy corretón, no fue apenas castigado en el caballo, más en el reserva, al que se fue escapando para la segunda vara. Siempre muy suelto por el ruedo. Lo que resulta bastante feo es ver como no han acabado de irse los caballos y los banderilleros ya están con los palos en la mano, de la misma forma que no se ha acabado de parear y los matadores ya tienen la muleta montada. Que no hay prisa. Se lo sacó Adame a una mano, para ver si se le olvidaban momentáneamente sus querencias. Le costó confiarse, para ya decidirse por trallazos con la muleta al bies, alargando el brazo y continuar presentando el pico como si fuera un escudo o un arma amenazadora, que no al toro, sí al buen gusto en el toreo. Mucho enganchón y el toro aún andaba suelto por allí. Concluyó con bastante mala maña con la espada, con pinchazos y dos bajonazos para no contar. Consintió que su segundo deambulara en demasía por el ruedo, que si lo apartaron del picador de la puerta de cuadrillas, que no le ponen en el de tanda, que le dio lo que debía y una más, salió suelto. A la siguiente tampoco se le puso en suerte, fue al relance y del topetazo derribó al penco, para acabar recibiendo un leve picotazo. Muy suelto en banderillas, dónde se montó una capea en la todos cogían toro, los quintos del 98, los del 88 y hasta los del batallón de gastadores Almería nº 5. Estatuarios de inició con la muleta, a veces telonazos, para proseguir por ambos pitones. Pico y enganchones por el pitón derecho, brazo estirado citando muy fuera, largando tela por el izquierdo, además de enganchones un bajonazo, según dicen haciendo guardia, varios pinchazos y otra caidísima.

Pero lo fuerte, fuerte estaba por venir y llegó de la mano de Juan del Álamo, menos arropado que otras veces por sus paisanos a los que cambió por una gran mayoría de la plaza. Tengo que decir que me ha parecido menos moderno que otras tardes y que hasta ha hecho cosas de mérito; eso sí, lo de las orejas por las orejas y las puertas grandes a cuestas, eso ya es ir muy lejos. Por un momento parecía que se empleaba con sus toros solventando las dificultades que presentaban y acto seguido, casi inmediatamente, te soltaba un ¡Viva el vino! En plena jeta. Su primero salió paradito, como enterándose, amagando, suelto y se fue solito al picador de la puerta, pero fue notar el palo y salir espantado. Para entonces, los sabios transeúntes de Madrid protestaban al toro por su mansedumbre, estos que dicen que a Madrid no hay quién la entienda, pero ellos tampoco lo ponen fácil. Ya en el de tanda le dieron a base de bien y el de Alcurrucén peleaba con los dos pitones, aunque sin humillar. Se fue, volvió y ahora sí, fue notar la puya y otro respingo. Tuvo que entrar una vez más, para recibir un picotazo trasero, rectificado, del que también salió espantado, a terrenos que olieran a chiqueros. En los primeros muletazos el animal se quería marchar, pero le sujetó bien Juan del Álamo en el engaño. Continuó por el pitón derecho, tirando del pico, desde fuera y dejándose enganchar la tela, muñecazos y la pierna de salida muy escondida. Sin templar, con la zurda no remataba los muletazos, y siempre con esa costumbre de atravesar la tela. El mansito no se cansaba de embestir y concluyó el trasteo cómo lo comenzó, con ayudados por abajo, que precedieron a una entera desprendida. Aguanto el presidente, que no concedió una oreja muy gritada y como el usía fue malo, malote, pues una segunda vuelta al ruedo. Bueno, a hacer piernas. El trofeo no sé si será exagerado, francamente, pero lo de la segunda habría sido poner en entredicho todo lo hecho, aunque ese segundo giro tampoco está mal. Eso sí, los de las protestas por manso, se rompían las manos al ver arrastrar al toro. El sexto era una raspa en toda regla y por si faltaba algo, un manso de libro que no quería nada con nadie, ni en ningún sitio que no fuera la querencia de los mansos. Se revolvía en seguida en los primeros capotazos. No, esta vez no hubo protestas por la mansedumbre,  pesar de que era bastante peor este caso que el otro, pero igual ya alguien le chivó a media plaza que la mansedumbre no es un defecto, es una condición, mala, pero no para devolver a nadie a los corrales. Se hacía complicado sujetar a la joyita esta, le abandonaron cerca del caballo y se fue, siempre entraba con el freno de mano echado y cuándo tocó palo, tocó escapar desaforadamente. Aquerenciado en tablas, decía que el caballo para el hipódromo. Fue complicado desentablerarlo. En el de puerta al notar el palo, otra vez de escapada; vuelve, derriba y a correr. Al final en el cuatro y en este caso que era recomendable taparle lña salida y aprovechar la ocasión, no se la tapan. Complicadísimo tercio de banderillas, especialmente si el Pirri no estaba en su sitio a la salida del par. A este señor le quitas de ponerse a frenar a las mulillas para forzar las orejas y de presionar al presidente y ya se pierde. Primer arreón en los medios y del Álamo le sujeta. El toro muy violento. Le desarma, para volver a las tablas, una tanda arrebatada, pero aguantando, sin que esos mismos arreones le permitieran meter el pico, había que taparse. Quizá este inicio fue lo más meritorio del salmantino, incluida esa primera faena de las orejas voceadas. A partir de ahí, ya algo más centrado, volvió su toreo habitual, el moderno del pico, fuera de cacho y esas, pero no obstante, había que estar allí. Muy embarullado por el pitón izquierdo, de nuevo el toro para adentro y en los muletazos para afuera se lo pensaba, pero para adentro, ni por un momento. Faena enredada, a la que daba valor las complicaciones del toro. Con este no se podían esperar pinturerías, pero sí verdad, que en un principio pareció vislumbrarse. Y cuándo solo le quedaba un último recurso para rubricar esta pelea, la estocada, volvió con otro ¡Viva el vino! En forma de bajonazo infame que avergonzaría a un matador de toros, que no a Juan del Álamo, al que solo parecen preocuparle los despojos. Bueno, es una forma de entender esto, igual que los que con ese espectáculo de la espada tan caída, no se pensaron lo de sacar el pañuelo. Una corrida a la manera moderna, pero dejó ráfagas de otras formas, otros usos y otro entender todo esto, pero ya digo, que hasta dio el pego y todo.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Algo nuevo fue que ahora las banderillas no solo"molestan al bravo"sino que con el posterior señala el lado de la colocación.Imagino que la renuencia al acudir al caballo y el salir huyendo a chiqueros debe ser una característica del encaste.Gracias y bien en lo comentado.
Docurdó.

Enrique Martín dijo...

Docurdó:
Lo que tenemos que aprender, toda la vida queriendo absorber la experiencia y saberes de décadas y resulta que esta gente, con tal de justificar lo injustificable, tenía las razones en la chistera,
Un Saludo y muchas gracias