martes, 29 de septiembre de 2015

La ilusión de ser torero y el sueño de llegar a serlo


 
La portada de un sueño



Es posible que la mayoría de los aficionados a los toros en algún momento dijeron aquello de “Quiero ser torero”, a los cuatro, cinco, seis años o algunos, ya los menos, a los 16 o 17. Es una de esas ilusiones que aunque la realidad las mantenga a raya de por vida, dejan un regusto que con nada se puede comparar. ¿Cabe cosa más grande en el corazón de un crío? ¡Ser torero! Emociona y conmueve con solo oírlo decir. Con el paso de los años, unos vieron sin dificultad que la providencia no les había llamado por esos caminos y se apartaron, aficionados, pero alejados de posibles mamporros y dejando brotar su arte solo con las toallas, manteles o paños de cocina; y no me lo van a negar, ¿verdad? Pero los hay que no solo no se les calma esa fiebre, sino que sube la temperatura y sube y sube, hasta que no tienen otro remedio que irse a una escuela de tauromaquia. Les abren la puerta del toreo y entran sin hacer ruido, pero con toda la intención de poder atronar en todas las plazas delante del toro. Eso es ser torero, humildad, ambición y querer ser, con unas dosis infinitas de afición.

Y, ¿por qué todo esto? Pues porque en estos días tan tormentosos para la Escuela de Tauromaquia Marcial Lalanda, de Madrid, uno ha decidido sacar a la luz un adelanto de un trabajo que de momento duerme en un cajón a la espera de que se puedan reunir los recursos suficientes para su publicación o de que un espíritu aficionado se decida a hacer posible otra ilusión, la mía de ver impreso este mi “Quiero ser torero”, una historia en cómic que quiere contar una de tantas de muchos chavales que se sintieron atraídos por el toro. Ni responde a una realidad concreta, ni deja de hacerlo. Aquella idea que surgió un día en una cena con amigos y que trazo a trazo fue tomando cuerpo, me permito presentársela, deseando mostrar mi apoyo a todos los chavales de la escuela, a todos los que entraron un día en aquel rincón del Batán, independientemente de que luego vistieran de luces o no. Luego, esta historia, mi “Quiero ser torero”, seguirá reposando a la espera de que algún día mi sueño se vea hecho realidad.


A todos los que han vivido esa ilusión y ese sueño en todas las escuelas taurinas, escuelas de hombres y también de toreros. Va por ustedes, por los toreros y por todos los que un día, una vez en la vida dijeron eso de “Quiero ser Torero”.










domingo, 27 de septiembre de 2015

Lo que se puede hacer con 61.000 euros

¿Violencia? ¿Maltrato? Ignorancia


¿A quién no le han hecho alguna vez la pregunta de qué harías si te tocara la Primitiva? Me compraría una casa, un coche con elevalunas eléctrico, haría un viaje a todo tren a Marina D’Or e invitaría a gambas a los colegas, la casa por la ventana. Pero claro, eso es cuando te tocan tropecientos millones, pero, ¿y si solo te llevaras 61.000 euros? Habría que empezar a recortar, que si fuera elevalunas, nada del balneario urbano más grande del mundo mundial y lo de las gambas, de eso ya ni hablar. Acabaríamos con eso de que con 61.000 pavos no da pa’ na. Pues les digo yo que sí que da, da para mucho. Basta esta cantidad para conseguir que muchos saquen a ese Barón Ashler que llevan escondido, esa personalidad que el cinismo esconde, pero que la ambición y el dinero desnudan. Ya se sabe, el dinero todo lo puede.

Se nos descuelga el ayuntamiento de Madrid con que retira la subvención de 61.000 euros a la Escuela de Tauromaquia de Madrid. No me gusta, pero bueno, está en su derecho. Bastaría que hubieran dicho que no les daba la gana y punto. Ahí entraríamos en otro debate, ese de por qué a la escuela nada y a otras cosas sí. Se entraría en eso de las preferencias personales, en cuál es la causa de apoyar otras actividades que puede que tampoco sean del gusto de unos cuantos. Si nos ponemos así, no habría subvenciones para nada, lo cual también podría ser un camino a transitar. Aunque tampoco me gustaría caer en eso de que se lo dan a los amigos de los belenes y a mí no, se lo dan a la asociación marisquera del Manzanares y a mí no, a los dobladores de cine mudo, a ... a quien quieran. No creo que haya que mirar a los beneficiados y enfrentarnos a ellos, hay que mirar a quién da las subvenciones y pedirle cuentas por no atender las reclamaciones de un grupo de ciudadanos. Ni tan siquiera voy a detenerme en el posible beneficio que la escuela podría aportar a la sociedad, si aparte de enseñar a dar verónicas y naturales enseña algo más a los chavales. Eso sería intentar dar una justificación que de momento no han pedido para decidir el sí o el no a esos 61.000 euros.

Pero en estas que una señora concejala del susodicho ayuntamiento se descuelga con que: 
La hemos retirado porque una actividad como una escuela de tauromaquia, en la que se produce maltrato animal, no debería estar financiada con dinero público

¡Ahí queda eso! Pues si es maltrato animal, perdóneme, pero ustedes están pecando de absentismo, inmediatamente tendrían que ponerse manos a la obra y prohibir las corridas de toros, pero que están tardando, ¡Vamos! ¡Vamos! Pero no, decide que con el dinero público, entre el que está el que pagan muchos aficionados a los toros, no va a apoyar lo que no le guste a ella. ¡Uff! Qué miedo me da eso, porque como asome un partido que le parezca que la pintura atenta la capa de ozono o que la escultura es un atentado contra el medio ambiente por la explotación de canteras de mármol o granito, me veo que el Prado no nos dura ni medio minuto. Que es que no les acaba de entrar en la cabeza a los políticos que están para servir al ciudadano o mejor dicho, a los ciudadanos, a todos los ciudadanos, les gusten las corridas de toros, el cante flamenco o el manga, que nos importan un bledo, pero un bledo muy grande, sus apetencias, que se las guarde para usted. ¿Son los toros una actividad legal en España? Sí. ¿Hay gente que es aficionada a ellas y hay instituciones que supuestamente trabajan por ellas? Sí. ¿Y hay personas humanas (Jesulín sic) que quieren seguir disfrutando de ellas? Sí. Pues poco más hay que hablar. Que hay muy poca diferencia entre pretender eliminar todo lo taurino de Madrid y entre ceder suelo público a un colegio privado del Opus Dei o de la asociación de milicianos anarquistas. ¿Será posible que nos olvidemos de una santa, o laica, vez de estos prejuicios interesados?

Y ahora viene lo de los taurinos. Chico, cómo se han puesto por los 61.000 euros. Ni que les hubieran mentado a las madres. Que quiero yo pensar que la cosa es que ha sido la gota de agua que ha colmado el vaso, quiérolo yo pensar. Que resulta que la señora Carmena y su concejala van a contar con el dudoso honor de enterrar los toros en Madrid. No hombre, seamos justos y no le demos todo el mérito a quién solo puso la última corona de flores sobre la lápida que otros trabajaron con esmero, y que antes cavaron un foso hondo, hondo. Que llevamos una eternidad con gobiernos del partido defensor de la fiesta en la capital y en la Comunidad de Madrid y si hacemos balance de su apoyo a los Toros, igual no salen demasiado bien parados. Basta echar un vistazo al estado de la plaza de Madrid, que ha alcanzado un nivel de degradación que nadie podría haber imaginado hace unos años. La calidad y la exigencia son ínfimas, han expulsado al aficionado de la plaza, durante años han ido concediendo la explotación a una empresa que se ha limitado a arañar hasta el último céntimo, comprando y contratando corridas y toreros con el único criterio del dinero. Empeñados en acabar con la temporada y limitarse exclusivamente a la feria, con entradas fuera de San Isidro que si llegan al cuarto de plaza ya es un llenazo, preparando carteles a años vista sin tener en cuenta las novedades que puedan surgir a lo largo del año, confeccionando ferias tirando de fotocopia y obedeciendo a cualquier interés, menos al del aficionado, lo que se ve en el preocupante descenso de los abonos y así un larguísimo y bochornoso etcétera. ¿Y qué hacía y que hace un gobierno del partido defensor de los Toros en Madrid? Nada de nada.

Pero si nos ceñimos a lo que ha hecho el ayuntamiento anterior, tenemos tarea. Permitieron que la Venta del Batán, dónde casualmente se encuentra la escuela, donde se exponían los toros de San Isidro, se ha convertido en una absoluta ruina, con paredes desconchadas, puertas venidas abajo y hierbajos enseñoreándose por todo el recinto. Muchas fueron las voces que reclamaron que aquello se recuperara, pero la señora concejala del momento se lavó las manos y pretendió que un raquítico lavado de cara le salvara los muebles. Se permitió a la empresa el que no se volvieran a llevar allí los toros, una vez resuelto el problema de la lengua azul, pero como siempre, prevaleció más el criterio de los taurinos, que no querían que hubiera comparaciones entre los toros de las figuras y las novilladas, que el interés del aficionado, el que paga, el que mantiene todo esto y el que más se sofoca ante atropellos como el de los 61.000 euros.


Y ya para acabar, un último ejemplo de los desvelos que tradicionalmente ha tenido el ayuntamiento de la capital en favor de los Toros. ¿Recuerda el desencanto que causó la no concesión de los Juegos Olímpicos a Madrid? Sí, lo del “Relaxing cup of café con leche”. Pues algunos respiramos aliviados al ver cómo nos echaban para casa en la primera votación. A la señora alcaldesa anterior, que Dios provea goce y disfrute allá donde esté, no se le ocurrió melonada mayor que presentar la plaza de Las ventas como sede del baloncesto. ¡Qué bonito! Toda la NBA en pleno reventando las Ventas a base de mates y triples. Pero claro, esto no era el pasar el mocho por los toriles, poner unas planchas de madera sobre el rudo y darle una manita de pintura a las rejas de fuera. El necesario acondicionado del recinto obligaba a que durante dos años al menos, no se celebraran festejos taurinos. El techado del edificio ya precisaba de ese tiempo. ¿Se imaginan lo que habría supuesto la desaparición momentánea de los toros en Madrid? A mí se me antoja que podría haber supuesto la puntilla definitiva a la existencia de lo que llaman la primera plaza del mundo. Pero de todo esto ni una palabra. Todos callados como p... Todos callados. Y ahora han bastado 61.000 euros para que salten todas las alarmas y la indignación explote como una mascletá taurina y papanatas. Y ya han salido algunos matadores de toros sacando pecho como los rescatadores y retando a la señora alcaldesa, amante de los animales, a que o les desahucian o de allí no les mueve nadie. Eso antes y de forma continuada, porque la norma general es que una vez salen de allí, de la Escuela Marcial Lalanda, se olvidan de todo y si acaso, de vez en cuando asoman para bañarse en la admiración de los chavales que entran allí para cumplir una ilusión y esperan algún día salir para cumplir un sueño, el sueño más grande, el de querer ser torero. Pero hasta para eso hay que tener posibles, porque tal y como está esto montado, sin parné no hay nada que hacer y es entonces cuando los ponedores empieza a cavilar, y a echar cuentas para ver lo que se puede hacer con 61.000 euros.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Las fiestas de Tamames vuelven en septiembre

Tamames es el toro


El último fin de semana de septiembre cuyo martes caiga también en septiembre, en Tamames, Salamanca, mi pueblo por deseo y por sentimiento, son las fiestas. Podría empezar a decir que se vive el toro con especial intensidad, que es un pueblo que se vuelca con el toro, pero me resultaría muy extraño, sumamente extraño, pues eso querría decir o podría hacer pensar a la gente que esto se da una vez al año y punto. No habría mentira mayor, porque en este pueblo de Salamanca se vive el toro desde el uno de enero hasta el 31 de diciembre, pero de una forma muy natural, con la cotidianeidad que da el convivir con él y el tenerlo presente permanentemente. ¿Cómo no va a ser así y si no era infrecuente el que unas señoras llegaran de dar un paseo por la dehesa y te contaran que se habían tenido que dar la vuelta porque una vaca se había saltado la tapia del Puerto? Yo recuerdo ir en coche y notar un profundo olor a pollo frito y acabar en un herradero en Agustínez. Quizá las fiestas sean simplemente una excusa para meter el toro en la plaza del pueblo.

Todavía mantengo los recuerdos de las carreras del personal detrás, o delante, de una vaca huida de una finca y cómo mi abuela me agarraba para meterme corriendo en casa, aunque rescatado y rescatadora no pudiéramos dejar de mirar de reojo, a ver cómo era la vaca. Cuando jugábamos los niños a los encierros por la calle larga, la calle del cuartel y acabar en la plaza vieja, aquellas de tablones que se montaba en la plaza. Y mientras, los abuelos escuchando la corrida de Salamanca por la radio. El silencio era absoluto. El abuelo no dejaba hablar ni cuando se comía, ni cuando el parte, ni cuando radiaban los toros. Vaya con el abuelo, que en sus años mozos se acercaba siempre una semanita a Madrid para ver las corridas. Pero como buen hijo del pueblo, no  alardeaba de ello, era lo más natural, acaso, ¿se podía vivir sin el toro? ¿Era posible respirar sin él? Pues nunca lo sabremos, porque nunca dejó de estar presente.

Tamames siempre ha sido un pueblo que ha gustado de perseguir ilusiones, la de encontrar un torero propio al que acoger bajo su manto, ya fuera nacido allí o no, parecía bastar con que se hubiera despejado con el olor sulfuroso de la Fuente del Roldán, para que ya lo tomaran como propio y lo siguieran por todas las plazas del mundo. Primero había que pasar el examen de torear el domingo de fiestas y si fuera el martes, el gran día, mucho mejor. Ese martes que tanto añoran los que tuvieron que emigrar y que aunque vuelvan cada septiembre a honrar a su Cristo del Amparo, si no se quedan al martes, la cosa les sabe a poco y tienen que sufrir ese amargor que provoca el tomar la carretera de Salamanca el domingo al atardecer, justo cuando la gente se apresura para ir a los toros. Pasan por el cementerio y como cada año repiten que el próximo se quedarán a vivir ese martes mágico, el deseado, que la lejanía lo hace maldito.

Los encierros a caballo, con los cencerros, el restallar de los cascos por la calle y las voces que marcan el paso los toros. Cuántas veces no tendré que haber escuchado la historia del día en que a mi padre casi le cuelgan de un palo por la simple ocurrencia de asomar por una esquina agitando unos cencerros. Las señoronas enjoyadas encorvadas de tanto peso se arrastraban buscando refugio, los hombres se rompían las  costuras del traje de gala para subirse a los balcones, y los críos eran llevados en volandas para librarlos  de los pitones mientras otros abrían los ojos atónitos esperando los negros de cuernos blancos,. Y entonces se encontraron de frente al mozo de mirada maliciosa y la sonrisa del que se sabe que la ha hecho muy gorda, justo antes de tener que salir volado. Tantas veces lo oí y tantas más lo conté. Y yo que creía que mi padre era un tío serio.


Tamames, todos los años, en septiembre, el último fin de semana siempre que el martes caiga en septiembre, los que están disfrutan de las fiestas y los que no estamos las añoramos: los coches chocones, la Pista, el Casino, La Bombilla, el Cristo que no te deja retener la emoción al pensar que los tuyos lo llevaron un día en hombros, los encierros a caballo, los toros en la plaza, como debía ser, los juegos de niños toreros y siempre el toro, como un vecino más. Pero no se crean ustedes que este es un pueblo taurino, ¡noooo! No se equivoquen, Tamames no es taurino, Tamames es la tierra del toro, es su casa y si lo quieren comprobar, ya saben que las fiestas de Tamames vuelven en septiembre.

martes, 15 de septiembre de 2015

Encastes minoritarios, un trágala consentido

Paco Sanz expone en Madrid y su arte merece visitas mayoritarias, no dejen pasar la ocasión


Ya en otras ocasiones he manifestado mi desacuerdo con eso de los encastes minoritarios y mi resistencia a aceptar tal terminología, el concepto y las condiciones en que al aficionado se le sirven una vez al año, a bombo y platillo. Nos enseñan la carnaza, salivamos un rato largo, para al final querernos hacer llegar a la conclusión que los taurinos tienen aprendida desde hace tiempo, eso de que estos toros no embisten, que es la tauromaquia imposible, la tragedia, la fiereza y no sé cuantas cosas más. Aunque si tienen interés en conocer todos los exabruptos que este tipo de hierros reciben, les aconsejo que se lean las obras completas del señor De Córdoba, don Finito, publicadas por canal más ediciones taurinas.

Pero si será caprichoso el toro, que cuando esperaban fracaso ganadero, tras fracaso monumental, les sale al de Moreno Silva y les chafa la juerga, aunque ya verán como tienen excusas preparadas para negar lo que fue una buena corrida de toros. Que tampoco se me vengan arriba esos que pedían desaforados una vuelta al ruedo a un buen toro, buenísimo, en la muleta. Será el afán respondón ante tanto borrego y tanta vulgaridad acumulada. Pero no era mi idea detenerme en esta corrida, así que sigamos el paseo por las nubes. Decía que una vez al año nos regalan a los aficionados esto de los encastes minoritarios, ante la algarabía del personal. Ya admitimos que este tipo de ganaderías no se va a anunciar prácticamente durante el resto de la temporada y mucho menos que las lidien las figuras. Eso ahora mismo, para las entendederas de los modernos taurinos, es un dislate colosal, no resulta lógico, es ilógico, según parece, pedir a unos matadores de toros que maten toros, porque según dicen, con el toro de verdad no hay lugar para el arte. Ahora se lleva eso del toro para el torero. De locos. Pero claro, de la misma forma se admite que el ganado que esas figuras se llevan debajo del brazo de una plaza a otra, no admite ni un puyazo, ni una lidia rigurosa, ni nada exigible a un toro de lidia. Eso sí, esto es arte ¡Ahí va!

Pero resulta que no hay ganaderías. Y va a ser verdad, porque las exigentes caminan para Francia en romería durante toda la temporada. Los aficionados españoles e van para allá detrás de los camiones y vuelven maravillados. ¿Y por qué aquí, en España no exigen lo que se les da allá los Pirineos? ¿Por qué no se puede exigir aquí lo que los de allí aprendieron de las plazas españolas hace tiempo? Que no han inventado nada, si acaso eso de los ruedos diminutos que, me digan lo que me digan, no son los mejores para ver al toro. ¿Emoción? Mucha, pero ya estamos renunciando a una parte de la corrida de toros, ver al toro en toda su expresión. Que manía de negarnos un espectáculo íntegro y completo. Si hasta nosotros mismos nos ponemos excusas para justificar el que nos la estén colando tarde tras tarde. Que si tal chaval lleva una corrida en toda la temporada, que si el ganado estaba afectado por un maíz en mal estado, que si... Pero, ¿va a poder ser que perdamos la vergüenza de la protesta y que recuperemos la dignidad como aficionado exigente? Que no quiere decir que no sea flexible y comprensivo, pero que no se aprovechen para tomarnos el pelo. Cualquier aficionado entiende que un ganadero puede echar una mala corrida en cualquier momento, sin necesidad de que tenga que mandar todo al matadero por una mala tarde. Eso sí, lo que no se puede permitir es que bajo este paraguas de los encastes minoritarios se refugien ganaderos que llevan años sin dar una alegría, amparándose exclusivamente en eso tan sui géneris de la pureza. Así lleva años. por poner un ejemplo, Prieto de la Cal, que no ha presentado una buena corrida desde que reinó Carolo, pero eso sí, él tiene la pureza en sus manos; debe ser el único con algo puro en el campo hispano. Pero bueno, el ganadero ahí sigue trabajando y partiéndose el alma por sacar esto adelante. Bueno, pues dentro de un tiempo le damos otra oportunidad, pero no porque sea lo “único” puro. Aparte del handicap de que sus toros necesitan una lidia que nada tiene que ver con lo de los cuarenta mil y un pases, que es lo único que conocen los coletudos del momento. Son toros para lucir más en el primer tercio, ese que no interesa a nadie, pero que luego van a ver como locos a las plazas francesas. ¡Qué cosas!

Son muchos los casos de los que se agarran a los encastes minoritarios y a la pureza. Si hasta parecen pretender que nos olvidemos de que esos toros, lo de lidia que se supone que crían, son para la plaza, para que el aficionado disfrute y se entregue a su casta y su bravura. Que ser ganadero no es echar pienso a los animales, eso que lo haga el piensero, y relatar los fenotipos, zootipos, prototipos y logotipos. Que una ganadería de bravo no puede ser un parque zoológico, ni un Jurasic Park taurino, que lo de llevar una ganadería tiene mucho trabajo, aparte del propio de mantener a las reses en óptimas condiciones sanitarias; hay que tener una idea de a dónde se quiere llegar y a traves de la tienta, rigurosa, ir seleccionando, probando, dando un pasito para adelante y diez para atrás, hasta ver si esa idea primigenia es posible. Y estar preparado para pegarse algún trompazo de vez en cuando, lo que te lleva a volver a empezar. Vamos, que nada tiene que ver ni con la ciencia y quizá sí más con la conciencia, la de ser buen aficionado.


Me ha asombrado ver como en el ciclo que Taurodelta ha preparado para septiembre, que me niego a nombrar por ese titulillo tan hiriente, detrás del nombre de cada ganadería, a modo de aclaración y entre paréntesis, nos ponen la procedencia de la ganadería. ¡Ay, señor! Así andamos. Aunque no se crean, que hay muchos terminólogos profesionales que se aprenden estos palabros a la perfección, aunque no sepan qué dicen, que lo mismo te llaman preferia en Madrid a lo que hay antes de San Isidro, que asepsia de las protuberancias craneales a las fundas, que hay gente pa’ to. Y te sueltan que lo de Victorino es Saltillo, que lo es, y ya sientan cátedra y te han resumido el árbol genealógico del señor Martín en dos patadas. Y aquí vuelvo al valor de las ganaderías, sobre todo cuando son llevadas por ganaderos escrupulosos que imprimen su sello particular. Porque ustedes me dirán lo que tienen en común la ganadería de don Victorino Martín, don Adolfo Martín y don José Escolar, de procedencia directa Albaserrada, con muchas similitudes en la presencia, pero no tanto en el comportamiento. Pues hala, que son Saltillos. Me veo dentro de podo hablando del encaste Bos Primigenius. Y mientras discutimos de estas cosillas, los taurinos seguirán colándonos lo de los encastes minoritarios solo una vez al año, no el resto de la temporada, como si esto fuera Tauromaquia Underground, excluyendo de la responsabilidad de matar tales hierros a las figuras, figuritas y figurones, porque ellos son artistas y no están para estos fregados. Y por si fuera poco, hasta hacen alarde de ello. ¿Será posible semejante descaro? Pero tranquilos, que al aficionado no se le ocurrirá pedir otro tipo de hierros durante el resto de la temporada, en Madrid y en todas las plazas. No, hombre, eso es una locura, ya me voy a Francia, que allí deben estar de la cabeza todos los que compran lo imposible, lo que lleva la tragedia en los pitones. Ya llegará septiembre en Las Ventas y nos harán ese regalito envenenado de los encastes minoritarios, un trágala consentido.

martes, 8 de septiembre de 2015

Das Stockholm sindromen o que majos son estos ladrones

El 28 de diciembre el muñequito nos hace gracia, pero el resto del año ni nos enteramos de que nos cuelga de la chaqueta


Si será extraño el que una persona se solidarice con quién le agrede, le tortura o le roba, que hasta se describe un síndrome que se ocupa de esta irregularidad mental de las víctimas. Quizá ni tan siquiera se puede calificar como tal, pero lo que es evidente es que esto existe. Llega un momento en el que el agredido empieza a empatizar con el agresor y hasta llega a comprender las circunstancias que le rodean y que le han empujado a agredirle. Tiene que ser un impulso muy poderoso el que invade a las víctimas y la complejidad de los procesos mentales deben ir mucho más lejos de lo que podemos cavilar. Pero si estos fenómenos ya nos dejan perplejos en si mismos, ¿qué deberíamos pensar cuando en el mundo del toro nos encontramos con individuos, incluso buenos aficionados, que llegan a comprender y compartir opiniones y situaciones que viven los taurinos y que les conducen a tomarnos el pelo y a querer instaurar una situación de fraude institucionalizado?

Desde hace tiempo vengo comprobando como buenos aficionados, de eso no me cabe duda, me manifiestan no sé si por convencimiento o por conformismo, su adhesión a postulados de los taurinos, admitiendo sin dudas el incesante deterioro del toro, el desprecio a reglas fundamentales y no escritas del Toreo y la necesidad de que el público asuma y consienta toda esta degeneración. A veces la excusa es eso del “de toda la vida ha sido así”, sin caer en la cuenta de que cada uno tiene un “de toda la vida” diferente, que puede ir desde los 5 a los 50 años, si no más. Pero eso ahora mejor dejarlo. La cuestión es como buenos aficionados, a veces jóvenes, pero con unas ganas terribles de aprender, se reacomodan en el sitio que les dejan en esta afición y tragan, sin querer y sin saberlo, verdaderas ruedas de molino. Y que conste que no pretendo pontificar, ni dar lecciones a muchos de los que yo debería recibirlas. Lo que me preocupa es eso, que las mangas se abran más que las del hábito de un cartujo.

El aficionado no solo transige con eso de los encastes minoritarios, sino que además exige que cuatro domingos por temporada les den el caramelito que les mantendrá callados el resto del año. Este ganado sale como sale y los taurinos ya tienen la excusa perfecta para decir eso de que estas ganaderías no valen, no embisten. ¡Vaya! ¿Y por qué no se exige el toro cada una de las tardes que suenan los clarines? Nos dejamos enredar en la trampa como unos pardillos, pero como vienen ganaderías de diferentes encastes, a callar, tan felices. ¿Desde cuándo es eso? El domingo pasado no daba crédito al ver que en los carteles, detrás del nombre de cada ganadería aparecía entre paréntesis, encasta tal o cuál. ¡En la plaza de Madrid estamos en esas en que tienen que decir la procedencia del hierro anunciado! Pero no sé de qué me extraño, si se admite que te saquen el caballo por la retaguardia y que te mantengan el toro entretenido en un burladero mientras el matador deambula por el ruedo. Con lo fácil que se soluciona eso, basta que los toros los pararan los peones. Que esa es otra, ¿Cómo los va a parar un banderillero? El matador tiene que demostrar que se viene con ganas. Pero no nos molesta que largue al animal de cuatro trapazos y cuarto. Se ha llegado a que hay que ser benévolo con un novillero o matador de toros que solo cuenta con una o dos actuaciones como toda experiencia taurina. Vamos, que antes de cada corrida hay que empaparse de la biografía de los coletudos, si viven confortablemente en un piso de tres dormitorios y dos baños, si tienen ascensor para subir las bolsas de la compra o si al chaval se le atragantaban las matemáticas en el cole. Eso sí, lo que sea, menos molestar al chico en el ruedo.

Si hasta empezamos a aplaudir, que ya no es aceptar, sino aplaudir acaloradamente las fundas de los pitones, porque ahora resulta que si la finca está en terreno pedregoso, puede ser que los toros se dañen un pitón. Así que nada, enfundamos as dos velas y así tenemos la seguridad de que se afofan los dos. Que vamos a tener que hacer una colecta para enmoquetar las dehesas de bravo. Si hemos llegado a compadecernos de un ganadero que te suelta que trae una corrida enferma que no se sujeta en pie y en lugar de montar la mundial, penamos al ver al que va a cobrar los seis toros como si fueran buenos haciendo cucamonas mesándose los cabellos.


No nos podemos permitir la exigencia, pues tampoco es cosa de amargar la tarde a los paisanos del torero, hay que unirse a la juerga y pedir despojos sin freno, para a continuación sumarnos a la juerga festivalera del paisanaje. Nos tragamos que la chepa del ruedo molesta, que el ruedo es grande, que las figuras no pueden ponerse delante del toro, toro, porque eso no es para ellos, es más hasta parece una barbaridad pedir que toreros como Juli, Pererea, Manzanares o el que quieran de los punteros se las vean con otra cosa que no sea de sangre Domecq fofucho. Ni tan siquiera se puede permitir que alternen con otros toreros más habituados a lo duro. ¿Dónde va a terminar todo esto? ¿Hacia dónde caminamos? realmente se ha llegado a un punto en el que los aficionados, incluso buenos aficionados, parecen aterrados con la simple idea de que las cosas vuelvan a ser lo que un día fueron. Si hasta parece que les asusta jalear con olés las faenas y se agarran al ¡bieeeejjnnn! con todas sus fuerzas. Hemos llegado a que solo los profesionales y sus satélites puedan opinar, porque ellos saben lo que hay, aunque entre los profesionales estén ladrilleros sin más conocimientos taurinos que una cuenta corriente sólidamente alicatada de billetes hasta el techo, pero que tienen como consejero a un avezado taurino que les proveé de vacas, les lleva chavales a las tientas y hasta convencen a un matador para que se deje invitar a la finca. Pero todo esto nos parece maravilloso. Protestamos cuando asoman las figuras o todo lo que tenga que ver con lo de domez, damos el pego de exigentes y sabios aficionados, mientras permitimos que nos taladren un butrón tamaño arco de Medinaceli por la retaguardia. Pero nunca reconoceremos nuestra estupidez, eso jamás, es mucho más cómodo dejarse engañar, que reconocerte como el primo del timo de la estampita. Será por eso que aceptamos  sin pestañear “Das Stockholm sindromen” o que majos son estos ladrones.

martes, 1 de septiembre de 2015

Urdiales... again

Los años que hace de este dibujo, pero la historia del buen toreo se repite. Urdiales... again


No creo que vaya a encontrar a nadie en el mundo al que si le preguntara por cinco figuras del toreo, que contestara Diego Urdiales. Enhorabuena al torero. Pero si rebuscamos un poquito más y la cuestión está en que nos digan el torero en el que más esperanzas tiene depositadas el aficionado, ahí no hay dudas, el riojano sale elegido por aclamación popular. Opinión que no encuentra eco entre las empresas festivo taurinas, que antes que contratar su verdad del toreo optan por la charanga fandista, el clavelerismo de los geses, el espejismo de poder julianista y la tiránica dictadura del feble mojicón con cuernos. Evidentemente, en este galimatías, Diego Urdiales no pinta nada, enhorabuena de nuevo.

Anda que no se cantan las pantomimas mentirosas de las figuritas y sus fieles seguidores en plazas amables de primera, segunda, tercera y las monumentales de talanqueras; apabullan. Pero lo rácanos que nos volvemos con los triunfos de otros toreros, como en el caso de Diego Urdiales, al que se le cuentan las habas como si fueran perlas. Es verdad que ha tenido bajones, por supuesto, pero no más hondos que los de muchos otros, pero en cambio sus triunfos son más contundentes. Viendo el otro día su actuación en Bilbao, la del cuarto toro, y la reacción y repercusión de su triunfo, parece que nunca hubieran existido los logros conseguidos en el mismo Botxo, no hace tanto, o en la plaza de Madrid. Pero este Sísifo taurino de verdad y oro parece condenado a tener que llevar una y otra vez la piedra del Toreo hasta los medios de la Fiesta, desde las profundidades a las que el taurinismo militante le quiere condenar a perpetuidad, pero sin derecho a que su condena sea revisable.

Hasta los más fieles de Diego Urdiales parecen contagiarse con tan perversa artimaña taurina, repitiendo esa frase de “a ver si ya da el bombazo en Madrid”. ¡Caramba! No diré que este año triunfó en Madrid, es más, las dos primeras tardes fueron para olvidar y en la última digamos que al menos se resistió a habitar en el pozo al que le quieren desterrar; es verdad que a veces parece que no acaba de decidirse a dar el paso para adelante, pero igual alguien recuerda sus faenas a un Victorino de cuidado, toreando, lidiando y demostrando que en esto no son todo derechazos y naturales. Y aquel mazapán de Carmen Segovia, creo, que no quería ni salir en las fotos y al que el riojano pudo y dominó con torería y valor, como cantaban los Gabinete. Caramba, dos triunfos sonoros y la dignidad siempre intacta. Pero a ver cuando pega el bombazo en Madrid. Está bien, pasemos al capítulo de las comparaciones, en este caso más odiosas que nunca. De entre todos los figurones, ¿cuántos han toreado de verdad y además han cosechado un triunfo rotundo e indiscutible? Pues ayúdemne, por favor. No estoy hablando de orejas, ni mucho menos de salidas a cuestas. EL poderoso Juli al que los aficionados solo le recuerdan algunos naturales estimables a aquel sobrero de la que por entonces era su novia. Perera, Castella, Manzanares y hasta Talavante, además de Luque, Cid y otros tantos, han cosechado sus correspondientes despojos, pero con demasiados peros; que si los toros, que si las trampas, que si la suerte de varas, que si, que si, sí, sí, Sissí emperatriz. Creo que todos sabemos a qué me refiero. Pero a ver si Urdiales pega el bombazo en Madrid.


A unos se les permite pasar por Madrid casi como transeúntes, de paso para las grandes ferias, Olivenza, Algemesí, Mérida, Zafra, Brihuega, Estepona... Plazas en las que dan lo bueno que llevan dentro, que en San Isidro, porque no esperen verles en otras fechas, se limitan a pasar el trámite y poner la mano. Si ni tan siquiera hacen el esfuerzo de regar el ruedo, de arrancarse con un cante, si acaso se enfurruñan con el respetable, por aquello de darle una alegría a los incondicionales. Que yo entiendo esta apatía que producen los efluvios del soterrado Arroyo Abroñigal que como no se ve, parece que no está, pero se siente. Se dice, según una antigua leyenda del viejo Madrid, que hace que se desvanezca la vergüenza torera y el orgullo de matador de toros a todos aquellos que tienen firmadas 40 o 50 corridas en esa temporada. Será esta la causa por la que tanto se les consiente, aparte del pavor que provoca en los isidros el que los señores de la tele les puedan afear su condición crítica y rigurosa ante las figuritas. Pero a Urdiales hay que exigirle y pedirle que de el bombazo definitivo en Madrid. Y que conste que no estoy diciendo que al riojano no se aplique la exigencia debida, sí, pero como a todos. Que nos ponemos estupendos con este torero al que no le ponen delante más de una docena de contratos por año, que ya puede subir la piedra una y otra vez a la cima del Toreo, que siempre estarán allí los que olviden lo de Bilbao de este año, lo de hace años, lo de Madrid y lo de la Conchinchina, que siempre escucharemos ese del bombazo, pero cuando triunfe, a poco que pensemos también podremos exclamar, y con todo fundamento, Urdiales... again.