martes, 27 de marzo de 2012

San Isidro: La fiesta íntegra se exilia en el reino de Utopía


El toro sigue sin tenerse en cuenta en la Tauromaquia 2.0

Ya tenemos los carteles de la feria de San Isidro y siguientes para este año. Son unos carteles que la empresa saldrá diciendo que les ha costado mucho cerrar, para elaborar una feria tan redonda y con todas las figuras que han querido venir y que los que no vienen es porque son unos cobardicas y que si tuvieran lo que hay que tener, habrían venido casi gratis, como muchos de los que se anuncian. La verdad es que hay que reconocer la nueva/ vieja Taurodelta, que en tantos años en la gerencia de Las Ventas han mantenido una línea muy regular en cuanto a sus criterios empresariales. Arrebañar hasta el último céntimo y no gastar de más, aunque el resultado sea digno de ser impreso en rollos de Scottex Ultrasuave de doble capa; para que una vez usado se deposite dentro del inodoro y se active el mecanismo evacuador. Pero todo este proceso siempre después de que el papel haya pasado por el lugar que su destino le marcó en origen.
Es una feria que llama la atención por todas las confirmaciones que se producen a lo largo del serial. Se confirma que la empresa se limita a tirar de lo de siempre y como consecuencia de los hierros que exigen estos mitos de la Tauromaquia 2.0. Se confirma que les importa un pito lo que piense la afición de Madrid, que ellos van a lo suyo, a por la pasta. A los torerillos los apañan con tres chavos, a los ganaderos con menos y mientras van abriendo la boca de la saca para recoger lo que dejen los abonados y la tele. Que trabajo más duro. También tenemos la confirmación de que da lo mismo lo que se haya hecho en el ruedo de la calle de Alcalá. Si una ganadería estuvo de desastre, la repetimos, si un torero lleva años aburriendo al personal, se le pone y punto, que para algo tienen que valer los amigos. Si no nos ayudamos entre colegas, quién nos va ayudar. Porque luego querremos que a nuestro torero o ganadería nos los pongan por esas plazas de Dios. Y también es la confirmación de seis chavales, seis, de los que algunos no teníamos otra noticia que a través de Tendido Cero o del blog de la peña del pueblo del joven aspirante a figura.
Como siempre, uno se hace muchas preguntas al ver los “esperados” carteles de la feria. ¿Qué pinta Núñez del Cuvillo después de que el año anterior se anunciara dos tardes y entre las dos no consiguió medio componer una corrida completa? Que igual este año sale de fábula, pero si somos así de bondadosos con ellos, seámoslo con todos. ¿Qué hacen en la feria tanto diminutivo? ¿Es augurio de lo que van a traer los criadores de El Cortijillo, Vellosino, Montecillo? Más los inevitables que navegan entre dos aguas de Montalvo, Manolo González, Torrestrella, Bañuelos y compañía. Vamos, que repetimos curso un año más. Lo mismo que con los de las medias rosas; no me dirán que les despierta el interés taurino la presencia de Abellán, Leandro, Tejela, Tendero, Pinar o el Zotoluco, más los sempiternos geses, que son como una de las site plagas de Egipto, que no hay medicina que les haga irse a torear para ellos en la finca de uno de ellos.
Tengo que admitir que aunque yo les daría vacaciones indefinidas a todos, absolutamente a todos, deben estar Manzanares, el Juli y hasta Talavante, que el año pasado hubo a gente a quien les gusto y hasta les dieron las orejas. Lo que dudo es que todos aquellos entusiastas estén en este año en la plaza, a no ser que el presidente de la peña, que tiene un primo que conoce a un sobrino de uno que puede conseguir entradas, saque los billetes para que estén todos juntitos y que además el del autobús les haga precio.
Una vez reconocidos los méritos de la empresa, creo que es justo ver también la otra cara de la feria, lo bueno. Este año no tendremos que soportar a las figuras tres y cuatro tardes, tampoco tendremos que soportar a esas ganaderas que gustan a esos que gozan con la tragedia como decía don Juan Serrano, alias Finito de Córdoba; no vendrá ni Prieto de la Cal, ni Flor de Jara, que dicen que los toros se han lastimado, ni Dolores Aguirre, ni los Frailes, ni Miura, ni Moreno Silva, ni Murteira, ni Pablo Romero o Hernández Pla. Que a gusto estaremos sin ellos ¿verdad? Es que solo faltaría que trajeran a estos y que les diera por ir tres veces al caballo. Entonces ni da tiempo a merendar, ni te aprovecha la tortilla. Aunque mirándolo bien, son nueve tardes, por lo menos, que nos libraríamos de los bodegueros. Igual no es tan bueno que el toro de verdad solo aparezca tres o cuatro tardes. Personalmente, aunque a la empresa no le agraden estos hierros, los prefiero antes que las bobonas mochas. Y si tienen que trabajar los picadores, pues que trabajen, pero es que si no...
Todas nuestras esperanzas están en ver si Castaño seguirá progresando en esa línea de buen lidiador con los Cuadri, lo de José Escolar con Robleño, los Adolfos con Fandiño y lo que éste dé de si su otra tarde. Esperar a Morenito de Aranda, Curro Díaz y si el nuevo apoderamiento de Urdiales atina con el ganado o si David Mora se decide por el toro clásico o por el moderno o si seguirá caminado sobre esa fina línea en la que se desenvuelve hasta ahora. Muy poca esperanza para un mes de toros seguido, sin tiempo para respirar aguantando piedra dura, los isidros despistados, los cabales del torero de la tierra, los expertos que todos los años van a Madrid al menos un día, los acomodadores inexpertos a los que se les apelotonan los chinos en las escalera, los cocacoleros que quieren aprovechar a costa de que uno no vea lo que pasa en el ruedo, los que llegan a sentarse en la grada y se creen que están en Business, cuando han pagado como turista, los que al salir el toro se ponen en pie móvil en ristre y dicen aquello de: ¡Paco! Estoy en los toros. Sí. Sí, con la Mari, en las Ventas. No, los niños se han "quedao" con mi hermana.
¡¡¡Señor, señor!!! No nos queda nada. Ya me veo primero haciendo la cola para renovar el abono, esas colas interminables y tediosas manejadas por el de seguridad de la plaza, quien nos distribuye a un lado o a otro, o guillotina, o silla eléctrica. Luego el jueves 10 de mayo reuniremos a la familia y les daremos la noticia, así de sopetón: cariño, niños, me voy a los toros; volveré el 10 de junio, pero de noche, así que no me esperéis a cenar. Os quiero mucho, no lo olvidéis. Querida/o si tuvieras una aventura con otro/a, lo entenderé. Y hala a aguantar tralla y dolores de espalda en ese antro de locura y desenfreno que en mayo es la plaza de Madrid. Y encima pagamos por esto. ¡Ah! se me olvidaba, parece que esta temporada la nueva/vieja empresa de Madrid avisará por megafonía que no se puede entrar y salir cuando el toro está en el ruedo. ¿La Comunidad de Madrid? Bien gracias, encantados con todo esto. La señora Aguirre renovará su abono, seguirá en pie lo de la declaración de Bien de Interés Cultural, aunque aún no sepamos para que c… vale. Firmarán los carteles complacidos y con una amplia sonrisa mientras piensan en todo lo que se van a embolsar a costa de unos bobos que siempre pican. Y mientras, la fiesta íntegra se exilia en el reino de Utopía

domingo, 25 de marzo de 2012

El Experimento Castellón, un buen invento


Con lo fácil que es esto, se empieza por el toro y a partir de ahí, lo demás

Ya han pasado las dos primeras ferias del año, de este año decisivo en que las figuras seguro que ratificarán su posición de privilegio. Pero las verdaderas figuras, que no aquellos que ahora por un quítame allá esas pajas se han caído de las dos ferias más importantes, Sevilla y Madrid, como El Juli. Si le aplicamos al madrileño la teoría de otros, esta ausencia es por no querer torear en plazas de responsabilidad, porque le tiene miedo a las figuras de verdad y porque le atemoriza que le puedan ver por la tele. No me dirán que no es fácil, y simple, el argumento. Aunque me da que la verdad dista mucho de esta memez que acabo de escribir, porque esas conjeturas son verdaderas estupideces y ganas de simplificar las cosas.
Bueno, a lo que iba, que uno se desvía a la mínima. De las dos ferias pasadas nos queda lo hecho por Iván Fandiño y el Experimento Castellón, ese duelo entre ganaderías a cara de perro. Un triangular ganadero, a modo de trofeo Carranza en época de vacas flacas, pero sin copa monumental para el ganador. Los pupilos de Miura, Victorino y Cuadri se batieron el cobre en la arena de Castellón. De los resultados artísticos está demás hablar y si alguien no está al tanto, lo tiene muy fácil, que se pase por el blog Orocárdeno y lea lo que escribe Iván Colomer. Y así de paso algunos se podrán quedar tranquilos y verán como no es verdad eso de que no le gusta nada, y que cuando le gusta algo, hasta pierde la cabeza.
Cuando se planteó la idea de este duelo de ganaderías, hubo opiniones para todo. Que era un invento raro, que era innovador, que ni fu ni fa, de todo. A mí particularmente me gustan más las corridas completas o las concurso, pero la verdad es que no me molesta esta nueva fórmula. Quizás los problemas que pueda presentar sean más de cuestiones logísticas que taurinas. Si los aficionados de Huelva organizan un viaje para ver los Cuadri, al menos tienen que pensar en ir dos tardes a los toros tienen que contratar hoteles, restaurantes y autobús para varios días. La verdad es que el plan es de lo más prometedor, pero claro, si miramos las economías domésticas, quizás no estén para demasiadas alegrías. Pero bueno, aparte de esto, la fórmula no parece que resulte mala.
Una vez conocidos los resultados, habrá quien le adjudique todos los méritos a este tres de tres, en tres días consecutivos. Pero aquí tengo que discrepar. No creo ni remotamente que el éxito se deba a esta combinación. Para mí el éxito radica en que se ha construido un proyecto en el que la idea fundamental es el toro. Y volvemos a lo de siempre. Ya se puede decorar la Fiesta con flores naturales, guirnaldas y la Filarmónica de Berlín tocando Paquito el Chocolatero, que si no hay toro, no hay nada. Pero claro, si lo primero que se hace es contratar a tres ganaderías que pueden salir buenas, malas o regulares, pero que siempre echan el toro por delante. Con más o menos clase, más o menos bravos, pero encastados. Victorino, que no solo no vive su mejor momento sino que incluso a veces parece que llevan sangre Domecq, pero que todavía tiene casta y bravura para levantar del asiento a cualquiera y para que las figuras se lo piensen tres veces antes de anunciarse con los de la “A” coronada. Miura, con los problemas lógicos de esta ganadería por ser única en el campo bravo, que le cuesta sacar un toro de calidad, que le cuesta entrar en las plazas de primera, pero que a pesar de todo mantiene como una reliquia la casta y no ha caído en la bobonería de otros hierros, por el simple hecho de que lo maten los primeros del escalafón. Y Cuadri, que atraviesa un momento dulce, en el que sus criadores están viendo los frutos de un trabajo de años, manteniéndose firmes a una idea y empujados por una admirable y desmedida afición.
Lo que son las cosas, en ningún caso se ha hablado ni de toreabilidad, durabilidad o una nobleza sinónimo de candidez taurina. La gente salió loca de la plaza y lo que se llevaban en la memoria era ver a un toro ir al caballo una y otra vez, aunque también hubiera matices en la forma en que lo hacían unos y otros. De cómo se atrevieron a lucir el toro sus correspondientes lidiadores, incluso a fuerza de sacrificar su triunfo personal; si entendemos como triunfo el cortar orejas. Pero para el aficionado no cuentan los despojos y sí el mostrar el toro en el caballo, el ponerlo de lejos a contraquerencia, el medir el castigo y el darle a la faena de muleta la duración justa. Entonces creo que los coletudos del reto ganadero triunfaron e incrementaron su crédito como matadores de toros.
Creo que la lección que debemos aprender, y sobre todo los empresarios, es que al éxito nos acerca el toro, éxitos contundentes y sin discusión, que si se hacen bien las cosas empezando la casa sobre unos cimientos sólidos, es más difícil que se nos vuele con las primeras ventoleras de la Tauromaquia 2.0. Y ya que nos ponemos, hasta podríamos extrapolar esta experiencia a toda la Fiesta de los toros; ¿por qué no empezamos a edificar sobre los cimientos del toro? Confío tanto en el toro encastado, que hasta creo que casi desaparecerían los malos vicios del pico, de las malas lidias, del simular la suerte de varas, de torear para atrás, de las líneas rectas, de la muleta zanahoria que no torea y solo acompaña. El toro les obligaría a los señores coletudos primero a saber defenderse y segundo a torear con la pureza necesaria que exige el toreo para quebrantar al de negro y poder ejecutar con cierta “comodidad” la suerte suprema.
¿Alguien imagina un reto ganadero entre Núñez del Cuvillo, Zalduendo y Garcigrande o Juan Pedro, Daniel Ruiz, Jandilla y tantos otros? Pues yo no me pongo en situación ni con siete “sol y sombra” animados con un chorrito de whisky o vodka. También puede ser que mi imaginación sea extremadamente limitadita. Pero claro, si en el “Experimento Castellón” un toro fue cinco veces al caballo, en la versión de la Tauromaquia 2.0, entre cinco toros igual recibían una vara y se tenían que ir repartiendo el castigo. No es lo mismo 1 con 5, que 1 para 5. Cuestión gramatical, basta con cambiar la preposición y cambia el panorama de un vergel a un desierto árido y abrasador. Sea como fuere, creo que hay que aplaudir cualquier idea en la que el protagonista sea el toro. A partir de ahí, vengan “Experimentos Castellón” o Sevilla, Madrid, Zaragoza, Bilbao o Barcelona, porque, ¿qué pasaría si en Barcelona se llevara el toro toro y no el noble bovino de las figuras?

jueves, 22 de marzo de 2012

Mi amigo torero


El toreo al natural de Marín

Uno de los mayores orgullos para un aficionado es tener un amigo torero. Parece como si eso ya diera categoría a las opiniones e informaciones de “buena tinta” que el susodicho pone sobre la barra del bar. A mi me ocurre algo parecido, pero no con exactitud. Yo estoy orgulloso de tener un amigo, que además es torero. Hace ya un tiempo que no viste alamares, pero mal que le pese, ese sacerdocio es para toda la vida. Permite al oficiante casarse, tener hijos, disfrutar de cuantas aficiones quiera, pero quien fue alguna vez torero, lo es para siempre. Y que conste que no soy demasiado amigo de serlo de los toreros, porque la mayoría de las veces esa amistad pierde sinceridad y para a ser los grilletes de la esclavitud del silencio, el silencio que no permite que se den opiniones contrarias a la falsa alabanza. Incluso esta esclavitud de estar callado puede extenderse a todo el gremio de coletudos.
Pero claro, eso puede pensarlo quien no ha oído hablar de toros a mi amigo el torero, con un criterio serio, duro con palabras de seda, pero leal a la fiesta antes que a nadie; y si el amigo no lo acepta, es que antepone la mentira a la amistad. En una de las muchas charlas, pero no suficientes, que he mantenido con él, una vez le pedí que me contara las horas previas a un día de toros y abusando de su bondad, incluso le pedí que lo escribiera y lo publicara en su blog. Dicho y hecho. A los pocos días leí el relato de un día en que se vestiría de torero. De cómo la broma se vestía de tensión y silencio al salir de la ducha y ver hecha la silla. Pero mejor dejemos hablar a mi amigo torero:
CUANDO LO ABSTRACTO SE MATERIALIZA
Según el diccionario de la real academia de la lengua, abstracto significa alguna cualidad con exclusión del sujeto, de lo cual podemos deducir que no hay nada en concreto a lo que atribuir o adjetivar algo. Por lo tanto podríamos decir que los sentimientos son abstractos. La ilusión, el esfuerzo, la responsabilidad, el miedo... en el mundo del toro son abstractos hasta un momento determinado, el mismo momento en el que una silla en la habitación de un hotel se viste con un traje de luces. A partir de ahí, lo abstracto se materializa en esa silla y en ese traje.
Son pocos los que han podido disfrutar o sufrir ese momento. Te tomas un café con los amigos, te ríes en la habitación, bromeas y te metes en la ducha, pero cuando sales de esa ducha y ves esa silla, el hombre/mujer cambia por completo. Chaquetilla, chalequillo y blusa en el respaldo, taleguilla, medias, fajín, corbatín y montera sobre el asiento. Sobre todo esta última sobre el asiento y nunca sobre la cama. Zapatillas en el suelo, el mozo de espadas esperando y sobrevolando todo esto la mismísima señora vestida de negro guadaña en mano. Es cuando la persona deja de ser persona y aparece el torero. Te paras a pensar en lo que tienes, los que te rodean,... los que te esperan. En esa silla están la ilusión y el esfuerzo, pero los que realmente toman forma son la responsabilidad y el miedo. Esta algo tan importante como el verdadero sentimiento de la fiesta. Porque en el mismo instante que lo abstracto deje de materializarse, incluida la señora de negro, la fiesta dejará de tener sentido.
El otro día, Enrique Martín hacia un alegato a los rituales de la tauromaquia, en el cual yo comenté algo de esta entrada. El sabe lo que significa esto y el me animó a escribir esta entrada. Quizás para muchos de los que solo van a los toros el día grande de la feria tal, a ponerse en barrera junto a la morenaza de turno con escote, con la copa de JB en la mano y puro en boca, no suponga nada todo lo que hoy aquí se comente ni lo que se comente en torosgradaseis. E incluso muchos de estos son los que luego espetan el típico "eso también lo hago yo" cuando a cualquier torero no le salen las cosas o simplemente ese toro en concreto es imposible. A estos son a los que yo un día invitaría a entrar en la ducha de ese hotel, sin morenaza, ni puro ni JB, para que luego saliese, viese esa silla montada y se colase la taleguilla y supiese lo que significa esto. Pero para el que ama esto, para el buen aficionado, todo esto tiene un significado tan esencial como la fiesta misma. Esos que un día Jesulín metió en un autobús y gracias a Dios se niegan a bajarse.
Pero dejando a un lado la ignorancia, todo aquel que ha tenido la suerte de vestirse de luces, o de corto que tanto monta, monta tanto, sabe (o debería saber) que ese traje lleva implícito una serie de valores. Valores que en ningún otro lado va a aprender, y que debería conservar y transmitir a generaciones venideras como lo hicieron en su día las grandes figuras del toreo. Me da mucha pena cuando se intenta manchar ese traje con una modernización absurda típica de otras pasarelas. Uno de esos valores es saber donde están tus límites, vencer a tus miedos y ser capaz de conseguir lo que quieres. Otro el de hacerte humano y adquirir un respeto inusual en los tiempos que corren, tanto por el que está por encima como por debajo de ti. Aunque algunos, cuando creen que no tienen a nadie mas por encima, no respeten para nada al que viene por abajo, sin darse cuenta que por encima siempre van a estar el toro y el aficionado, y en este ir y venir de subidas y bajadas no caen en lo transparente que puede llegar a ser un traje de luces.
Hacia tiempo que tenia guardada esta entrada en el subconsciente, pero nada ni nadie me invitaba a sacarla fuera. Para muchos, el torero, el que se calza la taleguilla, es un superhéroe. Para otros, un solo motivo para acercarse una tarde de feria a ver a aquel que sale en la prensa rosa y el papel couché. Desgraciadamente, para algunos un asesino que no tiene piedad del animal, posicionados en el desconocimiento de que ese animal es el centro de su universo, su si o su no en un determinado día a las cinco de la tarde. Pero nada de esto es cierto. Un torero solo es una persona que ha elegido una forma de vida que le ocupará toda su existencia, tanto dentro como fuera de la plaza (o así debería ser). Una persona con la capacidad suficiente para jugar con sus hijos, bromear con los amigos o darle un beso a su familia y dos horas después salir de una ducha de un hotel dispuesto a dejarse la misma vida en un ruedo. Solidario a la hora de mirar de frente a la muerte cuando alguna causa benéfica lo requiere, para tres horas después volver a dejar en esa silla del hotel todo eso y volver a abrazar a sus hijos.
Por eso hoy pido desde aquí el respeto que merecen estas personas de oro, plata, de corto o con el castoreño, con caballos y sin caballos. Que luego nos podrán gustar más o menos unos u otros, y que no dejemos que por culpa de esos "algunos" que antes mencionaba (si los hubiese), se manche esa silla y ese traje. Porque manchándolo estaremos manchando no solo a el hombre, sino a todo un pasado, un presente y un futuro de las raíces de todo un pueblo. Hoy más que nunca, GRACIAS por perder un rato de su valioso tiempo en estas letras.
Pocos días después me comentaba los sonidos del toreo, el toro, sus pisadas, los pequeños y grandes bufidos, pero no fue capaz de explicarme lo que se siente al torear. Afortunadamente para él, como para muchos toreros y aficionados, esto aún tiene una magia imposible de describir.
A mi amigo torero José María Pérez Marín, de Trigueros, Huelva, timonel de El Retoñal.

lunes, 19 de marzo de 2012

¿Se torea mejor que nunca? Quizás no


La verónica, fundamental, pero que tiende a desaparecer en su versión más pura, no en ese darle aire al toro tan en boga

Será que uno está pesimista o que en los últimos tiempos no hemos recibido nada bueno de la Fiesta y lo bueno que hay es lo que nos intercambiamos los aficionados, que llevamos con mucho más orgullo y sentimiento esta pasión, que los que viven del toro, pero uno está cansado de oír como se repiten de forma machacona una sarta de mentiras y estupideces que alguien quiere que se conviertan en dogma. Una de estas grandes bobadas sin fundamento es eso de “ahora se torea mejor que nunca”. Y ¿en que se basan estas mentes para afirmar semejante barbaridad? Quizás se refieran a las posturitas más postineras de la historia, casi tanto como ridículas. ¿Alguien es capaz de decirme que El Juli o Morante de la Puebla torean mejor de lo que lo hizo Joselito “El Gallo”? Pero vayamos al principio, ¿qué es para ellos eso de torear? Parece que nos encontramos con otra de las frases hechas del toreo en las que unos quieren decir una cosa y otros la contraria.
Si entendemos como torear aquello de citar al toro sin ventajas, aguantar la embestida con los pies clavados al suelo, después de haber dado un pasito hacia adelante con la pierna de salida para cargar sobre ella el peso del cuerpo, quedando completamente entregado a la suerte y a merced del toro, si le da por no obedecer al engaño, mientras que se le ofrece el trapo para que lo siga a la velocidad que manda el torero y por camino que este decide. Aquello tan repetido de parar, templar y mandar. El pase se iniciará cuando el toro llegue a jurisdicción, trayéndolo hacia adentro y hacia abajo, finalizando, el remate, detrás de la cadera. Dependiendo de las condiciones del toro el matador intentará dejar colocado con la muleta, con la muñeca, para enhebrar, ligar, el siguiente pase. Y con otro leve pasito adelante, ya estamos preparados para el siguiente pase, pero avanzando, no “perdiendo pasos”, algo con lo que hay que tener mucho cuidadito si se le hace a un toro encastado, pues eso pueden ser los preliminares a que el toro se te meriende allí mismo. Lo que tiene esto de ir siempre para adelante es que las series no pueden ser demasiado largas, pues a partir del tercer pase o del cuarto, el torero se ve obligado a sacarse el toro con el de pecho, pues en el mismo sitio no caben hombre y toro. Y ¿qué quieren que les diga? En estos casos, suele ser el toro el que tenga las de ganar. Pero todo esto no es matemática pura. Ese es el problema, que un toro te aguanta tres pases y otros uno y el de pecho o dos, o por qué no, cinco. Hasta el mismo toro puede variar a lo largo de la lidia. Algo que no es ni un defecto, ni una virtud, es el toro, que es como es y no vale darle más vueltas. Si torear es todo esto, pues sinceramente creo que no es que no se torea mejor que nunca, sino que nos encontramos a años luz de alcanzar un nivel adecuado. Es verdad que hay algún que otro matador que da gusto verlo torear, pero los menos y de tarde en tarde. Y me atrevo a afirmar, como opinión muy personal, que entre las máximas figuras de hoy en día, los geses y demás, no hay ninguno que toree, entre otros motivos porque lo que se debe torear son toros y no corderillos desmochados.
Pero si el torear lo ceñimos a poner posturas histriónicas delante de un animalejo con un comportamiento muy similar a los demás sujetos de su especie, siendo bastante menos decisivo el modo en que se le lidie, básicamente por la falta de casta y candidez del bovino, entonces puede que se toree mejor que nunca. Es más, si volviera a salir el toro toro, sería la edad de oro del toreo, pero para admitir esto hay que tragar saliva más de cien veces en un minuto. En esta “variedad” del toreo, los engaños son simples cebos que el toro sigue en línea recta, que de repente desaparecen de su vista o vuelven aparecer. Eso más que toreo es un “ahora lo ves, ahora no lo ves”.
Mi duda es la siguiente, ¿cómo torearían Joselito, Belmonte, Chicuelo, El Gallo, Domingo Ortega, Félix Rodríguez (en homenaje a unas sabias palabras que escuché y aprendí en Linares), Pepe Luis, Manolete, Cagancho y toda la corte celestial de la historia del toreo? Pues seguramente que derrocharían arte, valor, gracia, pellizco, duende, ángel y torería, mucha torería. Y habrá quien me diga que no, ¿por qué no? Y que eso es imposible de saber. Pues es verdad, eso ahora es imposible saberlo, pero claro, si de repente un matador de toros que durante años se ha desenvuelto delante del toro de verdad de finales del XX y principios del XXI, con cierta tosquedad, sin arte, ni elegancia, teniendo en cuenta que esta dureza no se parece en nada casi ni a la bondad de hace 30 o 40 años, y ahora con una gran limitación en la vista, resulta que hasta despliega cierto gusto y armonía. Que no digo yo que lo tenga, no me atrevo a tanto, pero si la misma que los demás mata tontas que se pasean como héroes por las plazas del mundo entre un halo medio de divinidad artística, medio de divinidad cultural.
Pero es verdad, cualquier comparación posible solo podrá tener lugar en nuestra imaginación. Esa diferencia de épocas no permite ningún duelo de generaciones. Pero de una cosa sí que estoy convencido y es que de los fenómenos del momento presente, los geses, los que paran los relojes, los indutadores, los de las faldas tableadas, los de los trajes de los bajos fondos de Marsella, los represaliados, los cara de pocos amigos, los correcaminos, los que dejaron de ser y varios más, de entre todos estos no creo que ninguno pudiera ser figura en el pasado.
Dudo mucho que un toro de otra época les permitiera estar delante con esa ligereza que exhiben con el medio toro. Habrá quien me rebata esta afirmación con tanta energía como para iluminar Albacete y su provincia, pero a priori, de ahí no me muevo. Pero también es fácil convencerme de lo contrario; que se anuncien estos señores, geses y amigos, con toros de Albaserrada, Buendía, Coquilla, Vega Villar, Veragua y alguno más y si están medianamente aseados, no pido mucho, igual podría empezar a creer en ellos. Aunque esta actitud debería perdurar en el tiempo para que fueran medianamente creíbles. Si son los que mejor torean de la historia, no tiene que resultarles muy complicado ¿no?
Todo esto me hace pensar, en una idea que me rondó la cabeza leyendo una entrada en el “Aula Taurina de Granada” y en la respuesta que me dio Gil de O., ¿qué habría pasado si Joselito y Manolete no hubieran toreado por última vez en Talavera y Linares? ¿En que estaríamos ahora? Joselito podría haber vivido casi hasta los años 70, y Manolete hasta el 2000. ¿Qué habría pasado? Si ya Nicanor Villalta, que no llegó al nivel de estos dos colosos, o el mismo Domingo Ortega mantenían el orden y la seriedad de Madrid en sus años de asesores, ¿qué no habría pasado bajo la influencia de estos maestros? Eso sí que no lo sabremos nunca a ciencia cierta; podemos hacer las cábalas que queramos, pero eso ya será otro día, Ahora solo me queda claro que hoy no se torea mejor que nunca. ¡Faltaría más!

jueves, 15 de marzo de 2012

José Tomás y El Juli y la lógica en San Isidro


Este cartel tampoco estará este año anunciando los carteles de San Isidro,
los que saben no lo han considerado oportuno


La refundada Taurodelta o la refundida, digámoslo como queramos, ya empieza a enseñar la patita y a dar idea de lo que quieren hacer con la plaza de Madrid, una plaza grandota de tercera, pero muy rentable para sus gestores, un chollo vamos. Tarde triunfal en Valencia y salta la noticia que ese cartel estelar de Fran, Manué y David se repetirá en plena feria del santo patrón. Ahí es nada, ahora Las Fallas se convierten en trampolín para ganarse un sitio en Madrid. Pues que Dios nos pille confesados. Me veo a El Soro reapareciendo en la de La Beneficencia flanqueado por las “figuras” que ya han sido anunciadas. Todo será que al “Pequeño Napoleón” se le enrede la idea entre las canas de las guedejas.
Realmente no sé que han hecho ninguno de los citados para merecer un puesto en Madrid. De los tres triunfadores nos queda el recuerdo lejano de un Fran incapaz, vulgar, inoperante, amanerado y posando para las cámaras haciendo que no le apetece un pepino que le hagan fotos; Manué al menos fue respetuoso con esta afilón y se limitó a dejar claro que es un tío majo, educado, respetuoso, pero que no vale para el toreo que gusta en Las Ventas. Y David, ¡Ay David! que a la que se viene por aquí aprovecha para darse unas vueltas por el Jarama; y se dice incluso que este año a lo mejor ya se monta en una moto o en un coche, para ir igual de rápido, pero más descansado.
Pero si no teníamos bastante, nos dicen que El Juli no vendrá este año a la feria. La cosa tiene miga. Si a uno le preguntan por sus gustos, pues diría que no se preocupe Julián, que se quede en su casa y así todos tranquilos, pero creo que hay que ser justo con El Juli, con la plaza, con el público y con los isidros y se debería procurar que viniera. Otra cosa es que tanto a él, como al resto de geses y figuras varias, se le exija venir con decoro y como lo hacen los toreros. Bastaría con poner dos puestos aduaneros, uno en el Puente de Ventas y otro en Manuel Becerra y hacer esa pregunta de “¿Algo que declarar?” Y aunque la respuesta sea “mi torería y mi honor de figura”, se le pediría que abriera el maletero y se le requisaría todo animal bovino cuyo destino fuera salir al ruedo venteño. Entonces habría que agradecerle el esfuerzo de buscar, empaquetar y transportar esos toros como parte de su equipaje de mano y se le indicaría que en los corrales de la calle de Alcalá ya le esperaba una corrida de Cuadri, Dolores Aguirre, Flor de Jara o Moreno Silva. Eso sí, si esta medida tiene continuidad durante toda la feria, en los citados puestos aduaneros habría que habilitar corraletas para muchos torillos, pues ya se sabe el celo de los geses en traerse el ganado debajo del brazo.
No estoy de acuerdo con esta ausencia de El Juli, pues en San Isidro deben actuar los mejores, que no son demasiados, y los que más interesen al público, como es el caso que nos ocupa. El pasado año cortó sus orejitas, sin entrar en juzgar de nuevo si fueron de regalo o por la patilla, así que hay que darle la oportunidad de ratificar aquello, de mejorarlo o de lo que don Julián prefiera. Yo no soy de los que piensen que hay que hacer una feria para los de fuera, deben tenerse en cuenta los gustos de Madrid, pero también hay que dejar que los maestros se muestren.
La verdad es que la ausencia de Julián López pega un mal tufo que tira para atrás y a nadie se le escapa que su ausencia no tiene nada que ver con su quehacer en los ruedos. La explicación oficial podrá ser que si le llamaron pero no estaba, que si perdieron la agenda, que si se hartaron del contestador automático cuando empezó la retahíla de preguntas: Si quiere contratar para una plaza de primera, pulse uno, si es para Las Ventas pulse dos; si es para la corrida de la prensa, pulse uno, si es para dos corridas de la feria, pulse dos, si es para tres o más, pulse tres; si es para la corrida de Núñez del Cuvillo, pulse uno, si es para la de Juan Pedro Domecq, pulse dos, si es para Garcigrande, pulse tres y si es para Cuadri, espere, pero espere sentado. Seguro que los encargados de contactar con El Juli o con Roberto Domínguez se acabaron liando y al final de tanto pulsar, el resultado fue que el madrileño mataría la de Cuadri, Palha y Dolores y seis toros seis de Miura para él solito, donando la bolsa a la Asociación de Empresarios Estresados y a la Academia de Televisión. Y claro, antes que deshacer el malentendido, Matilla y compañía, que parecen ser los que hacen y deshacen de verdad, han preferido agarrarse a que "lo pulsado va a misa".
Como contrapartida seguro que tendremos que seguir sufriendo a otros cuantos que no tienen ni un pase, nos sorprenderá la inclusión de otros que ya creíamos definitivamente desparecidos de Madrid, otros que nadie se explicará qué hacen allí y otros que vienen muy bien para rellenar, con unas módicas tarifas por actuación. Y estando don Simón por medio, la cosa promete. Él dirá que esto es un arte y que nosotros somos unos ignorantes y otros contestaremos que esto no es ninguna verbena rosa con pseudofiguras y medios toros.
Luego está el caso de José Tomás, que creo que no se puede tratar aisladamente como una relación entre él y la empresa de Madrid. Resulta evidente que el trato no es el más adecuado para llegar a un acuerdo, pero para llegar hasta el momento de las negociaciones, antes el diestro y sus asesores deberán decidir el modelo de temporada que van a llevar a cabo y si habrá temporada o no. La experiencia del año pasado, que a nadie se le escapa que fue para tomar contacto con el toro y para ir cogiendo sitio, no fue demasiado satisfactoria en el aspecto taurino. Toros cuanto menos censurables en lo referente a la presencia y a la selección de hierros; y un discutido éxito artístico, precisamente por el toro. En lo tocante a la recuperación del torero y las sensaciones de la pierna ante una alta exigencia física, eso quedará en el pensamiento de José Tomás y él es el único que puede decidir si va para adelante o si su temporada discurrirá entre el campo, los tendidos y las playas del sur. Pero una cosa está clara, y es que esta no será la última vez que hablaremos de los carteles del San Isidro del 2012. Igual allá por octubre y noviembre seguimos dando vueltas a lo mismo. Tiempo al tiempo.

martes, 13 de marzo de 2012

Taurinos, políticos y mandamases inútiles del mundo, váyanse a la…


Que malos tiempos estamos viviendo ¿verdad? Se podría decir como consuelo que son cosas de de esta época y que hay que aguantarse y aguantar lo que nos venga, pero no hombre, eso es demasiado fácil para los responsables de este monumental disloque. Lo que no tiene remedio es que un terremoto asole un país, que unas inundaciones arrastren las esperanzas de mucha gente o que al contrario, sea una sequía la que hipoteque el futuro de un pueblo, aunque en este supertecnificado y globalizado siglo XXI, hasta eso puede ser relativo.
La constante de todas las mañanas al oír las noticias y leer los periódicos es que nuestra realidad diaria es el prólogo de un futuro incierto, en el que lo único cierto es que cada vez estaremos peor y con menos derechos. Justo cuando las cifras de beneficios de las mayores fortunas del mundo coinciden con lo que el pueblo ha perdido en estos años. Lo que demuestra que la riqueza ni se crea, ni se destruye, simplemente se acumula, se concentra en unas pocas manos, por gracia divina, la misma que les concede este derecho.
Resulta que Europa ha sufrido un ataque financiero sin precedentes y los señores políticos de la UE, acaudillados por dos que se han autoproclamado los machacas de turno, no se preocupan de otra cosa que de mantener a raya el déficit. Muy bien, pues adoremos al becerro de oro del déficit y no miremos más allá. Total, si solo tenemos que estar sin comer un año y ya está; y sin cenar, ni desayunar. Total, si un año pasa enseguida, que era lo que te decían cuando te ibas a la mili, los que no se iban, no habían ido, no irían en el futuro. Y los políticos del resto de países dicen a todo que sí y que bueno, no vaya a ser que les pongan de cara a la pared. Y ¿por qué mantener el déficit a raya? Por los mercados. Pues que le den a los mercados. Pero claro, si a estos solo les planta cara un país cuando deciden ponerle en el punto de mira, mientras los demás piensan que a ellos nunca les tocará, pues la labor de zapa es sencilla. Incluso parece que hay un cierto poso xenófobo; a los países del sur les pasa eso porque son vagos, juerguistas, manirrotos y no se cuantas bobadas más.
Es curioso, para salir de la crisis tiene que crecer el consumo, pero al mismo tiempo, para que el señor déficit no se ponga rojo de ira, no hay que gastar. La cosa es fácil, ¿no? Como diría el otro “me lo expliquen”. Y hace falta ser capullo, para que los mercados consientan que la gente pierda sus casa que está dispuesto a pagar, para que en una casa no haya nadie con trabajo, para deteriorar la enseñanza pública y la sanidad hasta unos límites ciertamente peligrosos, con lo cual solo tendrán derecho a la educación a la salud los que se lo puedan pagar. Pero claro, es que los mercados mandan. Son los que ordenan eliminar derechos a los trabajadores, obligaciones a las empresas, tanto con sus empleados como con sus clientes y consumidores, a los que solo les queda el recurso del pataleo. Qué paradoja, esos mercados que no se enteraron de la que se nos venía encima y ahora son los que tienen esa solución mágica que nunca llega. Señores encorbatados y circunspectos que se tragaron la bola más grande posible y que ahora se permiten sentar cátedra sobre economía, señores que apelan a esos mercados que dan golpes de estado encubiertos para cambiar gobiernos e instalar en el poder a los que se rendirán a ellos.
Hay quien dice que esto es una sofisticación de la guerra, que estamos viviendo la Tercera Guerra Mundial, pero sin bombardeos. El origen de las guerras era aniquilar al enemigo y conquistar sus tierras, luego el apropiarse de estas y esquilmarlas para beneficio propio y no de los nativos, hasta llegar a la perversión de que mejor era herir al enemigo, que no matarle, pues así el enemigo tendría que desviar recursos para atender a los heridos. Y ahora parece que el método es acorralar a los países hasta el límite de la pobreza, según creen, para convertir a sus dirigentes en guiñoles, que les meten la mano por el culo y dicen lo que se les manda. Quizás han errado el cálculo y la pobreza es superior a la prevista. Que genios, han logrado lo que no parecía posible, vamos a robarles el futuro a la gente y solo les permitiremos tener la esperanza que a nosotros nos dé la gana.
Quien haya llegado hasta aquí dirá que qué tiene que ver esta parrafada con el mundo de los toros. Pues yo creo que mucho y si no miren a su derecha e izquierda y juzguen. Resulta que un determinado grupo de señores nos han empujado hasta el rincón de la vulgaridad y el despropósito taurino, poniéndonos a un paso de la más absoluta ruina y son ellos precisamente los que no paran de hacer maniobras que les perpetúen en su puesto mientras esto dure, con suma comodidad y con el único objetivo de mantener sus bolsas bien repletas. No reparan en exprimir a los asistentes a las plazas, con unos precios prohibitivos para una economía normal, más en estos tiempos, para ofrecer a cambio cada día menos calidad y más bazofia, toneladas de bazofia.
Pero que no piense nadie que en el toro no hay disconformes, claro que los hay, pero tanto si están dentro del toro, como si son simples aficionados, se les toma por utrerosflautas a los que no hay que escuchar y mucho menos hacer caso o tomar en consideración, porque no saben de que hablan y lo único que quieren es acabar con la fiesta. Que cosas, igual están celosos y quieren apropiarse de este mérito ellos solitos. Que no quede lugar a dudas, los únicos arruinadores profesionales son los taurinos. Pero para ser considerado utreroflauta no hace falta pertenecer al sector díscolo de la fiesta, no hace falta más que no estar en el círculo de privilegiados y tragadores de ruedas de molino, o pretender criar un toro fuera del encaste oficial o tan solo querer hacer el toreo puro clásico. Eso en si mismo ya debe ser castigado con el destierro. Destierro del mundo de los toros se entiende. Ahí tenemos aún las heridas supurando del final de los Coquillas de Cifuentes, con día y hora adjudicado para su defunción.
De momento los taurinos van empujando al desagüe a los disconformes y a los diferentes, pensando que éste quedará taponado al decir las palabras mágicas de “para, para, a mí nooooo”. Habrá que ver si dicha fórmula resulta eficaz o si es simplemente una patraña para que se confíen los tontos, que se darán cuenta de su error cuando estén dando vueltas en la vorágine del desagüe. Decía Ortega que la historia de España y la de la tauromaquia discurrían en paralelo y que no se podía entender la una sin la otra y viceversa. Pero uno ya está un poco cansado de que esto sea así por los siglos de los siglos. Más que una teoría parece una maldición formulada por la Bruja Avería; muy eficaz, eso sí, porque a lo de Cataluña se puede sumar lo de Galicia, el lento y seguro desmantelamiento del Campo Charro, el abandono de las plazas por parte de los aficionados, quienes son sustituidos por las bárbaras huestes de la diosa Vulgaridad, la desaparición de la variedad, la emoción y la pasión, así como la transmutación de una fiesta nacida del pueblo en un espectáculo para horteras, listos inútiles y pandilleros con bocata y cubata, mientras los tontos útiles nos vamos marchando en silencio y con una terrible pena, porque vemos como se dilapida la herencia recibida de nuestros mayores. Y todo lo más que llegamos a decir es: Taurinos, políticos y mandamases inútiles del mundo, váyanse a la… mierda, pero váyanse ya.

sábado, 10 de marzo de 2012

Don Mariano deje paso a la modernidad


Señor Cifuentes, llevo todo el día asimilando la noticia que usted ha soltado en la blogosfera. Durante mucho tiempo nos ha ido contando el día a día de la vida en el campo, el cambio de estaciones y como es el cuidado de este maravilloso animal, que en su caso además coincide con un ejemplar que se debate entre la supervivencia o la definitiva defunción de una sangre.
Pues parece ser, según sus palabras, especialmente duras aún sin pretenderlo, que al encaste Coquilla ya le ha llegado la hora. Al menos a los Coquillas de Cifuentes. Habrá quien piense que esto no tiene otra causa que la modernidad, los gustos del público, la estructura de la Fiesta y los cánones que mandan en el toreo. Y como siempre creen algunos, esta modernización significa progreso, avance, evolución y estar más cerca de un mundo mejor. Estarán felices esos que creen que lo que no vale hay que mandarlo al matadero. Muy bien ¿y quién decide lo que no vale? ¿Y si dentro de diez años caemos en la cuenta de que lo desaparecido era la solución? Pues nada, desenterramos unos huesos y como si habláramos del bucardo, lo clonamos genéticamente y punto. Cuanta confianza ponemos en la ciencia ficción y que poca en el devenir cotidiano de la naturaleza.
Luchemos por el lince ibérico o el quebrantahuesos, lo que me parece estupendo, pero dejemos que el toro de lidia vaya desapareciendo bajo la vergüenza de la puntilla. Que bien, que esos toros no serán torturados en una plaza de toros. Señores antis, ya pueden felicitarse porque se nos ha muerto una parte de esta abominable fiesta. Resulta mucho más humano meterles en unos camiones y hacerles recorrer un pasillo en el que al final está la muerte. Mucho mejor que verlos en la plaza enseñoreando su casta y su bravura, haciendo balancearse a un picador montado a caballo y armado de puya y peto, sobre la cuna de sus pitones. Un toro que busque los engaños y se revuelva para quererlos coger una y otra vez, para al final morir a estoque en el ruedo. Pero esto es lo que yo prefiero y puede que el señor Cifuentes también lo prefiera. Treinta años criando toros para la plaza y no para el matadero. Esto sí que es un duro golpe.
Habrá quien me diga que si en tal o cual plaza no salieron buenos los Coquillas, que si malos, mansos, duros, lo que sea, pero eso son cosas del toro. La ganadería es lo que tiene, que se trabaja con animales y las buenas decisiones se pueden convertir en malas, las que se toman como último recurso pueden ser hoy magníficas y mañana nefastas, la persistencia puede ser el camino del éxito, que difícil y sacrificado. Sin hablar de la paciencia que se precisa para ser ganadero. Seguro que los Coquillas de Cifuentes no han fracasado año tras año en la plaza de Madrid, esa que dicen que es la más decisiva. Aunque de eso habría mucho que hablar.
Me dirán que cuánta tragedia por un hierro, pues puede ser, no digo yo que no, seguro que si la que marchara al matadero fuera Zalduendo o Núñez del Cuvillo no me pesaría tanto. Y no por nada en especial, sino porque en estos casos sería más fácil la refundación de la ganadería, pero en el que nos ocupa es algo utópico y de ciencia ficción. Aunque nunca es bueno que un hierro acabe en apuntillado en el matadero.
Ahora puede que sea el momento ideal para que a mí me expliquen los beneficios de trasvasar la Fiesta de los toros a la órbita del Ministerio de Cultura o lo que significan esas declaraciones a boca llena de las autoridades locales, autonómicas y ahora centrales, de Patrimonio Cultural Inmaterial, Bien de Interés Cultural, Patrimonio o lo que sea de la UNESCO y no sé cuantas cosas más. Aparte de para hacerse una foto los políticos, creo que eso no vale ni para… para nada, dejémoslo ahí. Anda que no han trabajado los Geses, las Mesas y el Sumsum Corda solicitando ayudas para la Fiesta. Pero ¿en qué se traducen esas ayudas? Pues en pedir dinero, dinero y más dinero, que vaya a los bolsillos de los que no logran llenar las plazas, para que así puedan seguir manteniendo su nivel de vida, independientemente de que los toreros no interesen, las bobonas mochas no emocionen y los empresarios no hagan otra cosa que fotocopiar los carteles de unas ferias para otras. Y mientras tanto, el cemento se convierte en el más leal asistente a los festejos taurinos.
No digo yo que a don Mariano Cifuentes no le hubiera venido bien una ayuda económica, pero en las circunstancias actuales, probablemente habría preferido que le llevaran agua a la finca o que sus vacas y sus toros pudieran tener que llevarse a la boca. Es lo que tiene esta locura del toro. Y cuando las cosas se hubieran normalizado, pues don Mariano se habría podido hacer cargo de los gastos. Pero no, para eso no hay posibles. Solo queda para lo absolutamente necesario y la Fiesta no lo es, ni el toro de un encaste en vías de desaparición. Serán las leyes de la selección natural, pero a algunos esto nos hace bola y por más vueltas que le damos, no lo pasamos. Esto no hay quien lo trague y mucho menos si el atropello se hace en nombre de la modernidad.

martes, 6 de marzo de 2012

Me cuesta ser “aficionado”


Que alivio ver citar sin retorcimientos estrambóticos


Después de hechos como el acontecido en Olivenza hace unos días y de los grandes elogios a Juan José Padilla, sobre todo por ese pundonor, afición ganas y tantos atributos que se podrían resumir en la muy expresiva frase de “con un par de…” También he leído y oído las virtudes artísticas del jerezano. Y que conste que lo poco que he podido ver es de lo mejor que le he podido ver a este diestro, aún con toros con más kilos que trapío, es de lo mejor que le he podido ver de siempre, aunque tampoco me ha enamorado. Y no quiero pensar que determinados hierros vedados para cierto tipo de toreros, ofrecen muchas menos dificultades que el resto, para los que las figuras ya se autovetan, ni entrar en lo que uno hace con un solo ojo y otros...
Pero a lo que iba; uno lee las virtudes artísticas de Padilla, que no las ha tenido nunca; la maestría de El Fundi, algo de lo que ha carecido siempre; el arte de Manzanares, que todavía lo estoy buscando; o el poder de El Juli, que lo debe guardar en los bolsillos de la taleguilla. Y me siento totalmente ajeno a esta fiesta. Oigo hablar de la bravura de tal ganadería, de los que están fuera de tipo y no sirven, de la casta de un toro bobalicón o del trapío del que habla la gente que critica que en Madrid gustan los kilos y que cuando te cuenta su experiencia en la plaza un gran día de toros, empieza relatándote el peso de los toros.
Me resulta todo esto tan ajeno que se me pasa por la cabeza no seguir en esa carrera personal en la que llevo años, para ver si en algún momento me convierto en aficionado. También puede ser que la mayoría de esos aficionados cabales hayan sabido adaptarse a los tiempos mucho mejor de lo que yo nunca pueda ser capaz. Son los que admiten ciertas trampas y ciertas carencias, porque aquello que algunos esperamos ver ya se ha perdido para siempre. Ahora te tienes que conformar con el “esto es lo que hay”. Y siento que me afloren estos pensamientos precisamente con la reaparición de Juan José Padilla, de la que todo el mundo, absolutamente todo, se tiene que sentir muy feliz. Pero no creo que haya que cargar las tintas donde no hay tinta que cargar. No me parece ni medio aceptable, ni justo, que de la noche a la mañana todo el mundo se haga padillista, si es que no lo era ya, que muchos parece ser que ya lo eran, sufriéndolo en silencio.
Y claro, uno que a Padilla no le ha podido dedicar ni un elogio en la plaza, ahora tiene la sensación de haber estado hibernando los últimos quince años y se ha perdido un torerazo de época. Eso sí, tenemos que estar constantemente repitiendo el valor, las ganas y la entereza que ha demostrado desde el mismo momento de la cogida de Zaragoza. ¿No se nos está yendo un poco la mano? Ignoro los tiempos de recuperación que le han marcado al torero, pero ya le podíamos dejar un ratito tranquilo y dejarle a su ritmo. Bastante heroico es lo de vestirse de luces en plenitud de facultades, como para que se le empuje a un hombre a pasar tal prueba con la visión mermada de una forma tan radical y violenta.
Me cuesta ser aficionado por ese afán de haberlo visto todo, escuchado todo y grabado todo en la memoria. Ahora elevamos todo a la categoría de gran acontecimiento. Que me perdonen los afectados, pero lo sucedido en los pueblos, a no ser que sea algo sobresaliente, quizás le importe a los habitantes de ese pueblo, de la comarca y a lo mejor de la provincia. Qué más me da lo que haga José Tomás, Morante, El Juli, Manzanares, Fandiño o Perico de los Palotes en la plaza de Brihuega. Me puedo interesar por lo que pase en Madrid, Sevilla y dependiendo los casos, en Pamplona, Bilbao y poco más. Que ansia de saber las orejas cortadas en todas partes. Resulta que de repente hacemos caso a las críticas de los señores de los que nos estamos quejando todos los días, los mismos que glosan las maravillosas actuaciones de los geses. Esos mismos que nos quieren convertir en cirujanos del toreo y nos enseñan a manejar el bisturí con precisión para ir diseccionando tardes bochornosas para encontrar algo que en lugar de ser escandaloso y vulgar, se queda en mediocre. Grandes lidiadores de aficionados que nos trapacean por la cara para llevarnos a su terreno. Ese de buscar la aguja en el pajar y mientras nos entretenemos en ello nos distraemos del bochorno general que ahora es la fiesta de los toros. Que difícil es eso de buscar una aguja oxidada entre tanta vulgaridad. Que complicado tragarse que la bobonería y extrema nobleza es bravura, Es muy difícil ser aficionado. Es una empresa para la que solo están preparados unos pocos. Esos con un camaleónico poder de adaptación que caben en todas partes, en una plaza de primera, de talanqueras o en la boda de un semental. Para todas las ocasiones tienen un repertorio que repiten y repiten, pero que a nadie molestan. Otros nos pasamos la vida queriendo llegar a ser simplemente aficionados, para darse cuenta de que aquí no tienen sitio. Y encima, si no reconoces la maestría de quien no la ha tenido nunca, eres un malaje, aunque sientas una profunda admiración por un hombre que ha luchado contra más adversidades de las que muchos podríamos imaginar antes de sacar la bandera blanca y rendir nuestras posiciones. Juan José Padilla, va por usted.

domingo, 4 de marzo de 2012

Un respeto al que paga


Ojito con esos nuevos aficionados que no respetan nada

Muchos son los que afirman que el dinero no lo es todo; y una m… El dinero no solo lo es todo, sino que además consigue que te afloren cualidades que hasta ese momento desconocías. ¿No se han dado cuenta de la inteligencia y alta capacidad de juicio y raciocinio de la gente con pasta? A mí eso no deja de maravillarme. El dinero nos hace más listos e inteligentes y además te conviertes en un señor. Anda que no me he encontrado yo con mendrugos que no distinguían un burro de una pastilla de chocolate, cuando de repente se encuentran con dinero y se vuelven un oráculo del saber. ¡Qué sí! Que no hay que darle más vueltas, los que tienen dinero son inteligentes. Vale que algunos no lo parecen, pero eso es porque tan listos se han vuelto, que lo disimulan, que es el colmo de la intelectualidad.
¿Y qué creen, que si los ricos se meten en el mundo de los toros no se convierten en seres de inteligencia notable? Por supuesto, yo diría que hasta son más “espabilaos” que los demás “espabilaos” del resto del mundo. Además, a los taurinos les adorna otra virtud y es que no dudan en dejarse la pasta en bien de la Fiesta ¡Será por dinero! ¿Quién es capaz de discutir sus conocimientos sobre el toro de lidia a un neoganadero de nuevo cuño? Pues nadie que tenga dos dedos de frente. Solo hay que ver lo concienzudo de sus pasos. Primero compran ganado de sangre Domecq, pues saben que eso es invertir sobre seguro. Antes ya se compró el BMW o el Mercedes y ahora una ganadería de las que mandan en las plazas. Después se invita a alguna figura a tentar a su casa, a la que se le hace caso a pies justillas. Si la vaca va 18 veces al caballo sin dolerse y sin un mal gesto, pero luego no tiene “durabilidad” en la muleta, pa’ ellos. En esto de la selección hay que ser muy riguroso y no dejarse deslumbrar por el oropel de las 18 entradas al caballo. Y el neoganadero, que tiene dinero y en consecuencia es muy listo, no pierde detalle y se da cuenta que esa vaca le arruinaría su pequeño tesoro. Ojito, que uno no se juega su dinero, que le sobra, se juega su buen nombre. Si el maestro al segundo picotazo dice que vale ya, vale ya y si después de más de 2000 trapazos afirma que sí vale, entonces no hay más que hablar.
Como ponen una montonada de millones, no es que sepan de esto del toro, es que son los que lo inventaron, mal que les pese a esos talibanes románticos que dicen saber tanto, pero como no tienen posibles, no saben y si no saben, no pueden opinar. Punto y carpetazo. Pero claro los neoganaderos no son los únicos inteligentes, también están los neoaspirantes a neofiguras o las neofiguras bendecidas por los indultos y por las orejas que tan a ley se han ganado. Y alguien dirá ¿pero no ganan mucho dinero? Bueno sí, pero eso es quedarse en lo anecdótico. Lo sustancial es que más de uno se ha hecho figura a base de apoquinar el padre o la familia, sus buenos euros sobre la mesa de los sufridos empresarios. Entonces, si han tenido que pagar, también tendrían derecho a exigir ¿no? Ya se sabe que el cliente es el que paga y el cliente siempre tiene razón. Como no se va a exigir ganado, plazas, público, presidentes o una prensa amiga y comprensible con la pasta gansa que papá ha tenido que desembolsar. Que un poquito más y hasta perdemos el negocio familiar. Y aunque hay que dar por buena la inversión, no hay que olvidar quien paga.
Es como si a un doctor en medicina se le queda un paciente en el quirófano, porque resulta que ese día había perdido su partida de paddle de los martes. A ver quién tiene narices de recriminarle por una mala práctica médica, con todas las horas de estudio y dinero que en él gastaron sus padres. ¡Ah! Pero hay una diferencia, al señor doctor, en cuanto empezó a ejercer le pagaron por salvar vidas, así que entonces ya no vale el ejemplo. Leña al mono y una denuncia por negligencia, aunque haya gente que no pague por sus errores, como el cirujano de Belén Esteban y Carmen de Mairena.
Pero un torero, más concreto una figura, se pasa la vida pagando, aunque también ingresa sus buenos cuartos para alimentar e incrementar su coeficiente intelectual. Si revisamos el presupuesto de lo que cuesta ser un tío listo e inteligente, capaz de opinar de todo y con buen criterio, empezamos por los gastos de hotel, viajes y dietas de la cuadrilla y acompañantes, más los trastos, vestidos, invitaciones, autobuses de los más fieles para acudir a la plaza, camisetas serigrafiadas, pancartas de apoyo, pañuelicos, merienda para la plaza, incluido el pan de tres metros de largo y el jamón y longaniza necesario para su relleno, el agradecimiento a los críticos, si es que hay lugar a ello y yo qué sé cuantas cosas más. Para que luego vayan los aficionados y empiecen con lo del piquito, fuera de cacho y que el toro es una burra bobona que sufre enanismo. Así que a ver si nos vamos centrando y nos enteramos de quien pone la pasta. Porque total, ¿qué gasto tiene el aficionado? Ir a la plaza, algunos incluso lo hacen desde varios cientos de kilómetros de distancia, la comida, hotel y refrigerios varios, la entrada, que siendo muy optimista no baja de los 30 o 40 Euros, aparte del mosqueo de los familiares, que ese día se tuvieron que buscar el ocio familiar por otro lado. Señores, piénsenlo bien antes de reclamar y protestar, que al fin y al cabo bastante tienen con que les dejen entrar para recibir los efluvios del artista y a ver si ya de una vez tenemos “Un respeto al que paga”.